Por Jaime Niño Díez, ex Ministro de Educación Nacional
En el informe “Cartagena cómo vamos” de 2015 encontramos reiteradas situaciones y algunos aspectos nuevos sobre la marcha de la Educación Oficial en la ciudad, que nos obligan a reflexionar sobre sus soluciones:
La Educación Básica Oficial presentó la más alta deserción de los últimos 5 años cuando pasó de 2,77% en el 2010 a 4,95% en el 2015; además el año pasado 16.479 jóvenes entre 15 y 16 años (44,6% del total) fueron desertores de la educación; y por último, aunque históricamente la educación media (grados 10° y 11°) había sido la de mayor deserción, en el 2015 lo fue la educación secundaria (grados 6° a 9°) con 5,93%, mientras la media tuvo un índice de 4,38%. Así, siguen siendo severas las pérdidas en la educación de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, especialmente de los más pobres pues sus oportunidades de mejor calidad de vida disminuyen. Además esto se agudiza ahora desde el grado 6° de la secundaria. Ante su gravedad debemos detenernos y tomar conciencia de realidades que actúan como verdaderos expulsores de la educación: las dificultades académicas y la desmotivación de los alumnos por sus estudios.
En el primer caso están las dificultades de aprendizaje que obedecen, entre otros, a ambientes familiares desintegrados y/o afectados por la violencia y a deficiencias en la enseñanza. En el segundo caso, hay desmotivación porque la educación no responde a los intereses y expectativas de sus estudiantes, es irrelevante y no se involucra en sus procesos vitales y no promueve en ellos una manera diferente de sentir, pensar y actuar. Orientada a los graves problemas familiares y sicosociales de los estudiantes y para combatir la deserción y mejorar el ambiente escolar, la Secretaría de Educación Distrital estructuró en el pasado reciente equipos interdisciplinarios de apoyo sicosocial a los estudiantes de 55 colegios. Ahora resulta urgente retomarlos, evaluar sus resultados y ajustarlos para beneficiar con ellos a todas las instituciones oficiales de la ciudad.
Igualmente, se requieren equipos técnico-pedagógicos que ayuden a los docentes en el aula a superar las deficiencias en la enseñanza, logrando que investiguen y comprendan las circunstancias y el contexto de vida de sus estudiantes, actualicen sus metodologías activas y prácticas pedagógicas, promuevan el desarrollo de competencias transversales y revisen sus sistemas de evaluación de los estudiantes. Evaluación que debe ser más cualitativa y examinar su desempeño en un período académico y no solo en una prueba. La repitencia en los grados avanzados de educación genera más deserción en una proporción creciente de estudiantes.
Finalmente, como propone Julián De Zubiría, director fundador del Instituto Alberto Merani, en reciente entrevista en la revista Magisterio (N°80): “…hay que generar un nuevo currículo para que los estudiantes vean asignaturas que les ayuden a sus propósitos, para que vean cosas pertinentes… cualquier joven sabe que lo que le enseñan en el colegio no sirve en la vida… el colegio no forma nuestras capacidades, nuestros criterios… no nos enseña a comprender nuestras emociones, a pensar, a analizar, a expresarnos, a comunicarnos, a amar y a convivir con los demás…”
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