El trajín que eligió vivir la ha hecho olvidar qué es dormir hasta tarde y tomar siestas al medio día. Cambió sus adornos por juguetes y sus cuadros por vocales pintadas en la pared. Su día comienza desde las 4:00 de la madrugada cuando pone a hervir la leche para la colada.
El que tenga una conversación con Oneida sabrá que repite constantemente que ama a los niños, y que ha decidido convertirse en madre de los hijos que Dios le envíe. Ella, se toca el pecho indicando que ahí está su corazón, dispuesto al servicio por los niños, en su rostro se dibuja una gran sonrisa. Una mujer que parece feliz.
Oneida dice que sí, que es feliz. Y es fácil creerle. ¿Por qué no? Si es que sonríe con todo el cuerpo. Y tiene un brillo en los ojos, como si detrás de ellos tuviera un lucero.
Cuando tenía 30 años, tuvo su hijo, principal motivo que la llevó a trabajar como madre comunitaria, era madre soltera y no tenía con quien dejarlo, por eso pensó en trabajar desde su casa. El salario del momento era uno de los impedimentos, pues era muy poco y con un hijo pequeño sus gastos incrementaban.
Para Oneida siempre estuvo primero su hijo, es por eso que decidió tomar la gran responsabilidad de convertirse en madre de otros niños, a los que con los años vio crecer y hoy tiene el privilegio de verlos profesionales y con familias. “Muchos de mis actuales niños son hijos y nietos de mis primeros alumnos”, menciona orgullosa.
“Cada niño que llega a mi hogar tiene una historia, todos son diferentes y de todos aprendo algo cada día, actualmente tengo 13 niños, 13 hijos que la vida me regaló. A lo largo de los años, muchos han pasado pero siempre hay unos que me han marcado más la vida”, expresa Oneida, haciendo referencia a uno de sus mejores alumnos.
Ese alumno estrella que menciona es Jesús, un niño en condición de discapacidad que llegó teniendo 3 años y la hace suspirar, lo recuerda con nostalgia por todo el amor que le tomó. “Jesús para mí fue un reto, a lo largo de mi oficio había tenido muchos niños, pero ninguno como él, por eso apenas su mamá llegó a decirme que si se lo aceptaba no dude en hacerlo”, cuenta Oneida.
La estadía de Jesús fue llena de muchos aprendizajes para esta madre comunitaria de Pasacaballos, despertó en ella sentimientos especiales hacia niños con discapacidades que a veces son rechazados por el esfuerzo extra que requieren para ser atendidos, pero ella deja claro que la satisfacción de atenderlos también se multiplica.
Una mamá comunitaria incluyente, con un corazón inmenso para refugiar a muchos niños, abierta a la oportunidad de cuidarlos, solo basta con que la necesiten para ella estar dispuesta.
“A sus cinco años Jesús se graduó de mi hogar para entrar al colegio, ese día sentí nostalgia, pero también estaba feliz por ver las destrezas y habilidades que pude trabajar en él, para que fuera una persona más segura y extrovertida. Actualmente, está en 3º de primaria, y es de los mejores alumnos, sueño en un futuro con verlo graduarse de profesional”, comenta Oneida García, mientras toca su piel y seca algunas lágrimas.
Este año le llegó una solicitud, un padre de familia llegó a su casa a preguntarle si para el próximo año podía aceptarle a su hijo de 2 años que tiene una condición de discapacidad. Para sorpresa y alegría de ella dice haber recordado los tiempos con Jesús, y con agrado espera su próximo niño, un angelito que promete amar y cuidar como lo haría una madre.
“A todas las capacitaciones que me invitaban para niños en condición de discapacidad asistía, porque tenía a Jesús y sabía que él me necesitaba, y lo que más deseaba era tener los conocimientos para atenderlo correctamente e identificar en él sus habilidades y desarrollar sus talentos”, menciona esta madre comunitaria, haciendo alusión a que se siente preparada para recibir a su nuevo angelito.
De las experiencias con más responsabilidad y enriquecedoras que se tienen en la vida es poder ayudar a los niños y niñas de las familias más necesitadas. Una valiente mujer, de esas que merecen salir en portadas, y que con mucha humildad trata de ocultar cuán extraordinaria es en realidad.
©TRASO – Colectivo de transformación social ® 2019 Todos los Derechos Reservados – Dirección: Zona Norte Km. 8 – Centro Corporativo Serena del Mar, Edificio Universidad de Los Andes Oficina 205 – 206, Cartagena de Indias – Colombia