Detrás de cada chico que entra a hacer parte de Becas Boomerang hay una historia que contar y muchos sueños por cumplir. Rafael Zárate Pérez es un enamorado del fútbol, que le ha dedicado 17 de sus 21 años de vida a la práctica de este deporte.
Rafael es de Cartagena, pero su infancia transcurrió en San Andrés islas. Allí jugó en la selección de esa bella tierra hasta que cumplió 11 años, edad en la que regresó a La Heroica con sus padres y al poco tiempo ingresó a la Selección Bolívar. Jugó en todas las categorías hasta el año pasado pero su equipo de siempre fue el Expreso Rojo, en la Selección solo jugaba cuando había campeonatos regionales. El deporte lo trae en sus venas, su madre siempre jugó voleibol y su padre fue ciclista profesional.
Al terminar su bachillerato se fue a Medellín por seis meses a jugar, pero se regresó a su ciudad natal, que lo esperó con un regalo que no esperaba: ser beneficiario de Becas Boomerang. Fueron casi 200 los jóvenes que aspiraron a esta oportunidad de estudio en el segundo semestre de 2012 y Rafael ganó una de las 19 becas que había disponibles. Fue entonces cuando inició sus estudios tecnológicos en Operación de Plantas y Procesos Industriales en el Tecnológico Comfenalco, carrera que culminó en 2016.
“A los chicos becados les digo que aprovechen mucho la confianza que Fundación Mamonal y las empresas patrocinadoras les han dado para que las representen. Luchen por llegar a la meta de graduarse y sobre todo, luchen por llegar a donde quieren llegar. Sean muy agradecidos, pues esa bendición pocas personas en la ciudad la tienen”, comenta Rafael, quien afirma estar muy agradecido con Mexichem por ser la empresa patrocinadora de los estudios que hoy lo tienen trabajando y que le ayudaron a salir adelante.
Al poco tiempo de graduarse, Rafael se fue para Medellín por una propuesta futbolística que recibió para jugar en un equipo de la categoría primera C. Se había propuesto vivir con sus padres máximo hasta los 20 años, pues “no quería seguir de mantenido”, como él mismo lo dice. “Estando allá quise aprovechar mi potencial del inglés aprendido en el Centro Cultural Colombo Americano con la beca y empecé a buscar trabajo para que mis padres no tuvieran la necesidad de enviarme dinero, pues el apoyo económico del equipo solo fue al principio”, menciona.
Fue así como empezó a trabajar en una multinacional estadounidense de telecomunicaciones donde requerían personal bilingüe. “A mí todo el tiempo me ha gustado el inglés, mi mamá que es sanandresana me lo enseñaba de pequeño, pero no le prestaba tanta atención como en la carrera en sí. Me di cuenta de que ese idioma fue el que me abrió puertas para estar donde hoy estoy”, anota. En la empresa donde labora está desde septiembre de 2016 y a pesar del poco tiempo, ha ascendido tres cargos y hoy es supervisor, esto le implica viajar al exterior, por lo que ya está tramitando su visa.
Quizá las ganas de superación y motivación con que hace su trabajo fue lo que vieron sus jefes para ascenderlo en los 9 meses que lleva en la compañía. Aunque es un poco exigente su labor, Rafaél siempre la hace con la mejor actitud y empeño, así logra superar las dificultades que se le presentan.
“Me defino como una persona guerrera y soñadora. Toda mi vida he estado detrás de un sueño que estoy cada vez más cerca de cumplir: debutar como futbolista profesional. No tener sueños es no tener un lugar a donde llegar. Todos tenemos un sueño y yo soy un soñador, yo no dejo de soñar ningún día. Sueño con los ojos abiertos y busco la manera de llegar a ellos, de hacerlos realidad”, asegura con firmeza este joven cartagenero.
El fútbol y su familia lo motivan diariamente. Trabaja de día, con el horario de California, por eso empieza su jornada laboral a eso de las 12 del mediodía y aprovecha las mañanas y las noches, luego de trabajar, para entrenar como volante o extremo en la Corporación Social y Deportiva Wilson Cano, que lleva el nombre de su director. Este fue un reconocido futbolista profesional colombiano que hoy se dedica a preparar a muchos jóvenes para que formen parte de equipos profesionales.
Este cartagenero soñador siempre vivió con sus padres y sus dos hermanos menores. Dejarlos para irse a otra ciudad fue difícil, pero cree que eso lo ha impulsado a seguir adelante. “El hecho de tenerlos lejos me motiva a luchar para demostrarme a mí mismo y a ellos que puedo ser alguien grande en la vida. Ha sido difícil porque hay fechas, como los cumpleaños de mis hermanos, en que no puedo acompañarlos por estar entrenando o trabajando y esos son los momentos en los que a uno le hace falta mucho la familia”, anota. Sin embargo, Rafael cree que la distancia es la manera para entender que desprenderse de sus padres es la única forma de salir adelante. “Ahí es cuando empiezas a sentir la necesidad de avanzar. Si estás todo el tiempo en tu casa nunca vas a querer salir de ahí. A mí me ha funcionado así, pues al irme entendí que para ser independiente hay que pasar por las cosas difíciles porque si todo te lo resuelven tus padres no vas a saber qué es pasar hambre, qué es tener dificultades para resolver por ti mismo”, menciona.
El acompañamiento de la Fundación Mamonal en la vida estudiantil de Rafael es algo que él valora mucho, así lo expresó con una gran sonrisa al recordar esos días en los que fue becario. “La Fundación siempre ha estado muy atenta a los estudiantes que tiene, haciendo reuniones una o dos veces por semana y comunicándose contigo o con tus familiares. Fueron en varias ocasiones a la casa y eso era muy familiar. El acompañamiento fue muy grande, todo el tiempo estuvieron conmigo, pendientes de todo, hasta de que tuviera los útiles universitarios y cuando necesitaba ayuda los mismos becados me apoyaban”, recuerda.
“Vivo muy agradecido con Mexichem, enormemente porque fue la empresa que me patrocinó, que me ayudó a ser un tecnólogo, a tener un buen nivel de inglés y si Dios no me permite ser un futbolista profesional espero en un futuro trabajar en esa empresa”, comenta Rafael, quien aparte de ser futbolista profesional, también tiene por sueño estudiar fisioterapia y ser un representante de fútbol.
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