El Centro de Excelencia es una apuesta por generar condiciones con los más altos estándares de calidad, no lo mínimo o básico, sino lo máximo, con dignidad y excelencia. Esta iniciativa es un punto de partida para atraer el desarrollo, recordando a esa comunidad que fue gracias a la educación de los más pequeños que comenzaron a avanzar en el desarrollo que antes solo llegaba lentamente.
La comunidad formó parte desde el principio de este gran proyecto, definiendo su identidad, diseño y supervisión. Actualmente, 26 de las 28 personas que trabajan en el lugar son de la misma comunidad, sin contar los contratistas que participaron en la construcción y todos aquellos que estarán involucrados en la operación de los diferentes servicios que se generen. Lograr esto no fue fácil, ya que la desconfianza y los liderazgos ruidosos pueden desdibujar los procesos, pero cuando los propósitos están claros y las organizaciones que los promueven muestran firmeza, todo es posible.
Ciencia, tecnología, artes y matemáticas; capacidades para explorar, experimentar, diseñar e investigar; pensamiento computacional; habilidades socioemocionales; cultura ciudadana; pensamiento inclusivo en perspectivas de equidad de género; y la valoración de las diferencias étnicas y culturales; habilidades comunicativas; desarrollo de la capacidad de aprender a aprender: todos estos son elementos que el modelo pedagógico privilegia para facultar a nuestros niños y niñas a iniciar, organizar y persistir en sus aprendizajes a lo largo de su trayectoria educativa.
Nuestra ciudad necesita más proyectos como este, iniciativas que convoquen a trabajar juntos desde la autenticidad y la honestidad de propósito, para brindar condiciones dignas y, con ello, atraer mejores oportunidades a aquellos que desean superar barreras. También a aquellos que, desde otra perspectiva, tienen la posibilidad de convertirse en generosos transformadores involucrados en la construcción de una sociedad más justa y equitativa.