Por David Carmona Marriaga, Coordinador de Planeación y Control de Proyectos – TRASO.
Uno de los grandes retos que enfrentamos aquellos que trabajamos en el área de proyectos sociales es tratar de anticiparnos y prepararnos para los retos futuros haciéndolos presentes, utilizando todas las técnicas y métodos conocidos, desde los más sencillos hasta los más complejos, todos soportados en el análisis de datos, que permitan generar cambios e impactos sostenibles en nuestros grupos de interés, y que esto redunde en el mejoramiento de su calidad de vida.
Ante la situación actual, he encontrado un común denominador cuando converso con los responsables de las áreas de Responsabilidad Social, Sostenibilidad y Valor Compartido, y es ¿cómo replantear la estrategia de sostenibilidad de mi empresa en lo que muchos han denominado “la nueva realidad”? ¿qué va a suceder con lo construido a través del valor compartido?, o si frente a la responsabilidad social empresarial, ¿cuál de mis grupos de interés debo priorizar cuando mi presupuesto ha sido recortado?
Pensando sobre la respuesta a estas preguntas, que para cada empresa merece un análisis particular para definir un curso de acción, recordé una enseñanza de hace unos 20 años de uno de mis mentores en la Universidad que resultó bastante contradictoria para mí en su momento, que puede ser aplicada para dar solución a algunos interrogantes, y que de manera pragmática y realista puede comprobar al mejor estilo de Newton cuando le cayó la manzana en la cabeza. De ella se habla poco en los libros y es tener presente dentro de las actividades que se planifican “no hacer nada, quedarte quieto”.
¿Por qué no hacer nada es algo que puede estar en tus posibles variables de acción? Aclaro que no hago referencia al ocio, y sólo es aplicable frente a situaciones de alta incertidumbre. Como lo dije anteriormente, la iluminación me llegó en una mañana cuando de paseo cerca del Río Fonse, la rama seca de un árbol se desprendió y cayó al agua. Quienes íbamos caminando juntos quedamos un poco exaltados por lo sucedido, y comenzamos a ver que a la superficie del agua subían un gran número de hormigas que con movimientos agitados del agua también movían sus patas, algunas trataron de alcanzar la rama seca que era su antiguo hogar y fueron arrastradas por la corrientes, otras por más que se movían, la fuerza del agua las arrastró, pero observé un grupo que poco a poco se fueron quedando quietas hasta que al fin, sin ningún tipo de movimiento, parecían flotar sobre el agua, a pesar de que el agua se agitara.
Hoy, igualmente ante la imposibilidad de la interacción con sus grupos de interés, las empresas han suspendido sus programas y proyectos de inversión social, porque la rama cayó en el agua agitada, generada por la pandemia de la COVID-19, y en este nuevo escenario el equipo humano de Colectivo Traso, a pesar de no haber estado quietos durante la cuarentena, hemos estado trabajando de manera consciente en la innovación y reformulación de programas y proyectos, que permitan garantizar la continuidad de nuestras actividades.
Continuando con mi momento de iluminación, creo que lo más interesante fue lo que sucedió después de “no hacer nada, quedarte quieto”, pues se plantea un nuevo reto en el paso siguiente: “Agrúpate” ya que por algún tipo de señal estas hormigas que quedaron a flote comenzaron a unirse de manera compacta formando una isla de hormigas, que luego de unos minutos de manera sincrónica se movió a la derecha alcanzando la orilla, en pocos minutos quedando todas a salvo, gracias al trabajo colectivo no individual.
Creo que aquí está la clave y la respuesta a las preguntas iniciales, ¿por qué no tener un objetivo común para alcanzar la orilla? Sé que puede ser complejo, pero creo que la tarea de pensar cuál es ese objetivo que debe ser de todos, no es solo de gerentes de nuestras empresas afiliadas, de nuestra Junta Directiva, donde hay mentes brillantes, sino de todos los individuos que nos reconocemos parte de este Colectivo, y así podamos ir permeando los cambios que necesita nuestra ciudad.
Que nuestra capacidad de articularnos sea un sello que nos distinga, y nos motive a seguir trabajando más unidos en nuestros proyectos sociales, que, a ejemplo de las hormigas, juntos podamos salir adelante. Por algo el Rey Sabio Salomón lo escribió “observa las hormigas”.
*Título tomado de una frase de la canción “Tiempos de cambio”, del autor César López
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