Aury Esther Moreno Ricardo es una de los 249 jóvenes que han egresado como tecnólogos de la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco, gracias al programa de Becas Boomerang. Como ella, la mayoría de egresados consiguen trabajo muy rápidamente, pues la formación que reciben complementaria con el inglés les abre las puertas laborales.
Aury es una sucreña, oriunda del municipio La Unión, quien junto a su familia dejó parte de su vida en ese lugar por venirse a Cartagena a buscar un mejor futuro. Hoy tiene 20 años y gracias al apoyo de Lamitech, pudo cursar sus estudios en Tecnología en Administración Logística, programa que hoy la tiene trabajando y que le permitió continuar sus estudios profesionales. Ella nos comparte un poco su paso por el programa de Becas Boomerang y el impacto que tuvo en su vida.
Me enteré por Internet. Mi papá llegó a la casa diciendo que había unas ofertas para estudiar, pero yo no le creía nada, pensaba que era cualquier curso de tres meses y él me insistió en que buscara en Internet. Fue así como vi en El Universal la noticia de las becas. Al ver que era una carrera tecnológica más un curso de inglés en el Centro Cultural Colombo Americano, yo me animé mucho y mi mamá me acompañó a llevar todos los papeles. Eso fue para el segundo semestre de 2013.
Ha sido una gran oportunidad y sorpresa que Dios me ha dado. Cuando llevé los papeles no estaba totalmente convencida, pero Yomaira Botet, la encargada de los becarios en la Fundación Mamonal, me dijo: ‘Tú puedes ser una beneficiaria de las Becas Boomerang’ y mi mamá también se emocionó.
Empezamos todo el proceso que duró como un mes y medio. En ese lapso fueron saliendo muchas personas y yo seguía. Se presentaron aproximadamente 200 jóvenes y entregaron unas 22 becas.
Lo mío fue un milagro porque Yomaira me dijo que las personas que no estaban en colegios con los que la Fundación Mamonal trabajaba proyectos no podrían ser seleccionados, sin embargo, ahí quedé yo. En ese momento me dije: Esta es mi oportunidad y tengo que aprovecharla al máximo.
En el colegio siempre fui una chica sobresaliente y responsable. Estudié la secundaria en el colegio Fe y Alegría Las Américas en el barrio Olaya Herrera. Ahí me destaqué por ser obediente y tratando siempre de cumplir mis sueños. Vengo de un municipio de Sucre llamado La Unión y de allá me traje la esperanza de crecer como persona y de hacer realidad mis metas. Creo que esa semillita que sembramos hace un tiempo la he podido ver crecer cada día.
Llegar acá fue un proceso duro, pues amoldarse de un pueblo a una ciudad tan grande no fue fácil. Dejar todo para visionarnos mejor fue difícil, pero aquí estoy y me siento feliz hasta donde Dios me ha traído en estos momentos.
Estudiar de noche fue un reto impresionante que tuve. Por el barrio en que vivo, Fredonia, siempre era complicado llegar tipo 10 ó 10:30 de la noche y mi mamá siempre me iba a buscar a la carretera para que yo no caminara sola todas las calles que hay de ahí a mi casa. Pienso que eso fue lo más difícil, pero son sacrificios que uno hace para conseguir lo que quiere.
Cuando llegué al Tecnológico Comfenalco me sentí como en un sueño porque no pensé estudiar en una universidad privada y menos sin pagar un solo peso. Yo cada vez que podía le daba gracias a Dios porque yo me preguntaba de dónde iban a sacar mis papás tanto dinero para pagarme un semestre. La beca la sentí como una varita mágica que me dio todo.
Es una experiencia espectacular y ahora que estoy continuando mis estudios profesionales tengo un nuevo proyecto y nuevas metas, pues ya cumplí la de ser tecnóloga. Estoy en séptimo semestre de Administración de Empresas y ahí estoy dándole, con sacrificios porque definitivamente no hay otra manera de salir adelante sino con tu propio esfuerzo. En el Colombo aspiro a graduarme en julio, fue un año y medio de inglés el que cursé ahí gracias a la beca. Anteriormente, yo odiaba el inglés y con los estudios complementarios terminé amándolo.
Estoy trabajando desde septiembre del año pasado. Al principio me parecía espectacular, pero no puedo negar que ha sido complicado estudiar y hacer tantas cosas al tiempo. Gracias a esto he ayudado mucho a mi familia, he podido ver que los sueños sí se logran y mis papás se sienten felices. Ellos están satisfechos de saber que pude salir adelante, pues eso era lo que querían y es lo que estoy logrando.
Estoy trabajando como asistente comercial en una multinacional brasileña que se dedica a la distribución de alimentos a las aerolíneas. Uno de los requisitos para entrar era hablar inglés, la entrevista fue en ese idioma y gracias a la formación que recibí con las Becas Boomerang pude conseguir ese empleo.
Yo me siento agradecida con Dios, con mis padres, con Lamitech y Fundación Mamonal, con todos los que me han apoyado porque aunque uno haga el esfuerzo, siempre debe estar alguien al lado apoyándonos, pues cuando uno siente que no puede más esas personas te convencen de lo contrario y te dan el ánimo necesario. Mi familia fue mi mayor motivación y muy fundamental en el proceso.
Mi horario de trabajo es de 7:30 a. m. a 4:30 p. m., y a la universidad entro a la 6:45 p. m. hasta 9:45 p. m. de lunes a viernes. Ya estoy más grandecita sí que mi mamá no me espera en la entrada del barrio sino que cojo una moto. Pero ya me he acostumbrado y la gente ya me conoce, pues son aproximadamente 8 años que tengo de vivir en Fredonia.
Después de terminar mi carrera profesional quiero estudiar en otro país. Se han abierto puertas, pero siento que no ha sido la voluntad de Dios que pueda irme. El Tecnológico Comfenalco primero me ofreció una beca para EE.UU. y pasaron tantas cosas que me hicieron desistir de esa oferta. Luego me plantearon un intercambio social en Chile y estoy en ese proceso para ver si se da luego de terminar el pregrado.
Algo que a mí me apasiona es trabajar con niños y con la comunidad y por eso aspiro estudiar Trabajo Social cuando termine la administración de empresas, pues las personas son algo que me mueve. Cuando participaba en actividades de la Fundación Mamonal, me impresionaba ver el trabajo que se hace para ver feliz a un niño. Eso para mí es gratificante y por eso deseo ayudar a otros, aquí o en otro país.
Quiero viajar, mostrar mi experiencia de vida a mucha gente, quiero que inspire. En estos días hablaba con un amigo y le decía: ¿Cuál es el legado que le vamos a dejar a otras generaciones? ¿Qué es lo que en realidad queremos aportarle a una comunidad? Y pienso que son tus ganas de salir adelante y tu historia de vida para que otras personas también se animen y vean que sí se puede hacer realidad. ¡Sí se puede, sí se pueden lograr esas locuras que uno visiona! Y eso es lo que tengo, mucha visión. Hay gente que me pregunta cómo voy a lograr eso, pero si Dios me dio una beca, me dio un trabajo y unas personas a quien conocer, creo que puedo conseguir muchas cosas en esta vida. Para Dios no hay imposibles y si uno está con él, todo se puede.
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