Una de las principales ventajas que ofreció la implementación del voluntariado digital fue la de brindar una mayor flexibilidad de horario, así como una oferta abierta que permitió a los colaboradores de las compañías ser parte de ello, desde cualquier región o cualquier rol, es decir, desde el operario hasta el CEO de la empresa pudieron vincularse, ¡Pueden creerlo! Sí, sin duda alguna el voluntariado digital ha roto todas las barreras y los esquemas, incluso nos ha demostrado que, con una buena planeación y la minimización de riesgos, como lo ha sido la conectividad, cualquier persona pueda participar.
Desde Traso, nos hemos enfocado en aprender y reconocer en el otro sus virtudes. Esto ha significado tomarnos el tiempo para escuchar a otros acerca de cómo lo han hecho, qué ha funcionado y qué no en sus programas de voluntariado digital. Desde hacer alfabetizaciones digitales en comunidad, hasta llevar lo virtual a lo rural, al campo. Esto ha sido un camino de grandes retos, pero sobretodo de provechosos aprendizajes, y los resultados están hablando por sí solos.
Ciertamente, la virtualidad llegó para quedarse y nosotros de lo que estamos seguros es que, para generar transformaciones sociales, es necesario trabajar como colectivo y aliarnos de estas nuevas herramientas para seguir apoyando las necesidades de otros y transformar sus realidades.
Cierro este escrito, invitando a todos a seguir sumándose a las acciones de voluntariado que se adelantan desde Traso, a que seamos ejemplo e inspiración para otros. En mi caso personal, la inspiración ha sido Jesús, el voluntario y servidor por excelencia, que no “vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en redención de muchos” (Mt 20, 28). Sigamos impactando vidas desde cualquier lugar o condición en la que nos encontremos.