El primer desafío al que nos llama esta pandemia por el COVID -19, de manera general y sin distingos de ninguna clase, es a humanizarnos, a ser solidarios en todos los niveles y sin restricciones, más allá de las que nos imponen las recomendaciones sanitarias.
Humanizarnos pareciera ser una contradicción para seres que por naturaleza son “humanos”. Sin embargo, es allí donde radica nuestra tarea de ahora en adelante, y ojalá que el pasar de los días no haga que lo olvidemos.
Para las empresas es igual, humanizar sus estructuras y adaptarse a esta realidad sin perder de vista la sostenibilidad como ese norte que debe orientar cada decisión que tomen. Una de las herramientas más fuertes dentro de esta política de sostenibilidad es precisamente la comunicación.
Mantener informados a nuestros grupos de interés no es suficiente, construir relaciones de confianza y donde todos encuentren un verdadero valor es lo que se reitera cuando hablamos de una comunicación estratégica para la sostenibilidad. Y esa confianza es la que al final de este duro tiempo de crisis y pruebas debe puntear como uno de los indicadores que logremos mantener en positivo.
Organizaciones de todo tipo han atendido el llamado de una sociedad, que en el caso particular de Colombia y en especial Cartagena, vive de la informalidad, una sociedad que a gritos pide ayuda, gritos que han sido escuchados por muchos que hoy buscan el camino para ayudar.
En el caso de las empresas, el reto en comunicaciones es supremamente mayor: Informar lo que se está haciendo para enfrentar la crisis y para ayudar a otros, hacerlo de una manera responsable y sin cruzar esa línea que los haga caer en el protagonismo desmedido. El reto para los estrategas de comunicación y para los gerentes es mostrarse solidarios y no perder de vista que la fuerza de nuestros mensajes debe recaer en el propósito e impacto, más allá que en las marcas.
¿Cómo hacerlo? ¿Cómo lograr ese justo balance? Estamos todos aprendiendo, entendiendo la dimensión del problema y asumiendo el reto de ayudar y a la vez comunicarlo de una forma asertiva, pues esto va más allá de mostrar que soy responsable con mi entorno y que contribuyo al desarrollo de una región o país, esto se trata de sumar esfuerzos para salvar vidas.
Respetar la dignidad del otro y entender la condición en la que muchas comunidades se encuentran nos ayudará a discernir lo que debemos comunicar y lo que no. Desde el ámbito empresarial, la comunicación tiene muchos retos, ojalá que la construcción de nuestras estrategias privilegie el mostrar el propósito y no las marcas, que los mensajes inspiren el trabajo colectivo y muevan a otros a actuar con autenticidad y compromiso.
Este es el momento en el que las organizaciones mostrarán su esencia y mucho de eso será responsabilidad de quien está ideando la estrategia de comunicación.
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